Una noticia sacude a Francia: este lunes, la justicia de ese país halló culpable a la líder de extrema derecha, Marine Le Pen, de malversación de fondos provenientes de la Unión Europea. Ocho integrantes de su partido también fueron condenados.
El Reagrupamiento Nacional (RN) de Le Pen ha recorrido un largo camino, iniciado por su padre, Jean-Marie, quien falleció en enero. Considerada alguna vez una fuerza marginal, hoy es una colectividad con posibilidades reales de gobernar a Francia. Con 123 representantes, es el partido con mayor número de escaños –aunque no la mayoría– en la Asamblea Nacional. Esta fortaleza inédita ha sido uno de los palos en la rueda para el presidente Emmanuel Macron, quien ha tenido que recurrir a alianzas con contradictores para impedir que los lepenistas dominen el Legislativo.
El tribunal le dictó a Le Pen la sentencia más severa para los crímenes de los que se la acusa: cuatro años de cárcel, de los cuales dos pueden ser suspendidos, cinco años de inhabilidad electoral y 100.000 euros de multa. La líder política ha dicho que apelará el fallo, pero los tiempos que toma el recurso la podrían dejar por fuera de los comicios de 2027.
Se trata de un terremoto en la política sa que cambia sustancialmente el debate electoral y pone a todos los partidos a rebarajar sus cartas. La ultraderecha tendría que postular a otro candidato, probablemente al número dos de Le Pen, el joven Jordan Bardella. Y los demás partidos, cuya esperanza para alcanzar el Elíseo pasaba por derrotar a Le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales, ya están rearmando sus estrategias.
Sea Le Pen u otro el nombre en el tarjetón, sin embargo, es apresurado dar por liquidadas las opciones del RN. No se puede minimizar la posibilidad de que este fallo sea interpretado por los sectores de derecha como un intento por atajar al movimiento y a su mayor figura, con lo cual se generaría un sentimiento de renovado respaldo que terminaría por catapultarlos. La política suele sorprender.