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Análisis
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Las lecciones que le dejaron Cali y Medellín a Bogotá en reducción de homicidios
La capital del país atraviesa el proceso de 'domesticación del crimen', uno que lleva décadas en las otras dos grandes ciudades.
Según la Secretaría Distrital de Seguridad, el 2024 cerró con una tasa de homicidios de 14,6 por cada 100.000 habitantes. Foto: Sergio Acero. Archivo EL TIEMPO
Desde que inició la istración de Carlos Fernando Galán, el reto para Bogotá ha sido la recuperación de la seguridad; sin embargo, la tarea no ha sido fácil, pues los indicadores en esta materia venían desmejorando desde hace al menos cinco años.
En ese orden de ideas, los homicidios han sido uno de los aspectos con mayores fluctuaciones dentro de los delitos que se miden en la Secretaría de Seguridad desde 2016, cuando se abrió por primera vez esa entidad.
De acuerdo con la información proporcionada por esa cartera, 2024 cerró con una tasa de homicidios de 14,6 por cada 100.000 habitantes. Ese dato es el más alto en la ciudad desde 2018, cuando fue de 14,5, y entre 2020 y 2023 esa cifra fluctuó entre 13,4 y 13,7. En años anteriores, como el 2016, la tasa fue de 17,3; en 2017, fue de 15,5; en 2018, el dato fue de 14,4 y en 2019, estuvo en 13,9 por cada 100.000 habitantes.
EL TIEMPO consultó a César Restrepo, secretario de Seguridad, quien aseguró que el empeoramiento de los homicidios en el último año en la ciudad está directamente relacionado con la desestructuración de las bandas criminales que han sido fuertemente impactadas por la Policía Metropolitana y por la Fiscalía Seccional Bogotá. No obstante, la arremetida de las autoridades desató, como efecto colateral, una ola de homicidios entre los líderes criminales de las organizaciones que empujó el crecimiento de las cifras de asesinatos.
César Restrepo, secretario de Seguridad de Bogotá. Foto:Secretaría de Seguridad
“En Bogotá, durante el año 2024, el Distrito decidió frenar la dinámica de expansión, fortalecimiento y arraigo de las organizaciones criminales. Delitos como la extorsión mostraban que durante los últimos cuatro años, e incluso en años anteriores, las cifras habían revelado una creciente actividad criminal. Al golpear estas estructuras, desestabilizamos sus operaciones, lo que genera violencia entre ellos mismos, por eso la mayoría de sicariatos están relacionados con personas con antecedentes judiciales”, señaló el secretario de Seguridad.
Según los datos de la Policía Metropolitana, Bogotá el año pasado también ocupó el primer lugar entre las principales ciudades en cuanto a muertes causadas por intolerancia, superando a Medellín, donde el porcentaje de asesinatos por ese motivo es del 30,1 por ciento. Le siguen Barranquilla, con el 16,7 por ciento del total, y Cali, con 12,3 por ciento.
Estas cifras presentadas demuestran solo una parte de la realidad de los homicidios en la capital del país, pues, aunque Bogotá dobla en población a Medellín y Cali, en 2024 no logró reducir su tasa de homicidios; de hecho, subió. Caso contrario al de Medellín, que logró tener la reducción más alta en 40 años, ubicándose en 11 homicidios por cada 100.000 habitantes, y Cali, que aunque supera en creces los datos de Bogotá, porque su tasa es cercana a 40, al cierre de 2024 logró la reducción de homicidios más alta en 30 años.
¿Qué les ha funcionado?
Si bien, por la diferencia en el tamaño de la población de las tres principales ciudades del país y las características propias del delito en cada una de estas, sería imposible establecer una comparación directa, lo que sí es posible analizar son los factores que han hecho que Cali y Medellín, dos de las ciudades históricamente más violentas del país, estén teniendo resultados positivos y cuáles de esas estrategias podrían tener un impacto positivo en Bogotá.
En ese sentido, Manuel Villa, secretario de Seguridad de Medellín, explicó que desde que llegaron a la Alcaldía han logrado una “debida articulación, un trabajo en equipo con la Policía, la Fiscalía, el Ejército y con otras entidades que nos ha permitido establecer un modelo de gerencia de la seguridad. Este modelo permite tener una gerencia por cada uno de los delitos que tenemos priorizados; así las cosas hemos creado un grupo especial para luchar contra el homicidio”. Este mismo esquema de “gerencia de la seguridad” también ha sido mencionado por su homólogo en Bogotá.
Ahora bien, la Fundación Ideas para la Paz, contrario a las declaraciones del presidente de la República, Gustavo Petro, en las que aseguró que los resultados en la capital de Antioquia se debían a su estrategia de ‘Paz Total’, explicó que este proceso se ha denominado “domesticación del crimen organizado” y que lleva más de dos décadas ocurriendo en el país.
Y es justamente ese proceso de “domesticación del crimen”, del que se habla en Medellín, por el que está transitando Bogotá y que se vio enmarcado en la ofensiva del gobierno distrital y de la Policía Metropolitana durante 2024.
“Este comportamiento se explica por la conjugación de las acciones de los gobiernos locales y nacionales y las dinámicas propias del crimen organizado que ha limitado y ‘racionalizado’ el uso de la violencia homicida, ya que es funcional a sus intereses”, señalan desde Ideas para la Paz.
Si bien los esfuerzos de las anteriores alcaldías en Bogotá han dejado importantes cifras en contención del delito, también hay que tener en cuenta que, luego de la pandemia, la capital del país experimentó una arremetida histórica de organizaciones criminales extranjeras, como el ‘Tren de Aragua’ y ‘Satanás’, que lograron asentarse en los lugares más vulnerables de la ciudad.
Esa situación, que fue alertada por analistas y expertos, no contó con una reacción oportuna de las autoridades para prevenir el posicionamiento estratégico de las organizaciones criminales desde 2019.
Así las cosas, ese es justo el reto que quedó para la ciudad en 2024 y que ocupará las capacidades durante los próximos años en los que se deberá, como lo indican excomandantes de la metropolitana y exsecretarios de Seguridad de Bogotá, lograr el “desarraigo” de las bandas delictivas de las zonas en las que se enquistaron.
Ahora, si se revisa el caso puntual de Cali, uno de los aspectos a destacar durante 2024 es el refuerzo con el que se duplicaron las capacidades operativas de la ciudad en términos de pie de fuerza; esto, en gran medida, alentado por la COP16.
No obstante, el secretario de Seguridad y Justicia de Cali, Jairo García, señaló que “lograr reducir los delitos de alto impacto es una consecuencia del trabajo articulado de la istración Distrital y las autoridades, para ejercer el control en las calles, pero también del trabajo en prevención de violencia en jóvenes y en acercar la justicia a los caleños para que resuelvan sus conflictos de convivencia de forma pacífica”.
“Este año estamos dando un gran paso; le cumplimos a los caleños en nuestra meta de tener menos de mil homicidios al año. Es decir, transformar las condiciones de violencia de la ciudad es la meta que tenemos en estos cuatro años”, afirmó el secretario García.
Finalmente, los analistas aseguran que, aunque en ambas ciudades se han registrado resultados positivos, también hay que tener en cuenta que, por ejemplo, en Medellín todavía hay un registro de 300 muertes aproximadamente calificadas como no identificadas, lo que podría alterar las cifras si se catalogan como homicidios. Por el lado de Cali, el reto será lograr consolidar el pie de fuerza de manera permanente, una meta que también está en el horizonte de Bogotá.