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Las nuevas drogas para adelgazar: un negocio polémico / Análisis de Ricardo Ávila
Perder peso sin mayores sacrificios es factible, pero tiene ramificaciones económicas y de salud.
Cada pluma del Ozempic, medicamento popular para perder peso, se vende a 200.000 pesos en las principales farmacias. Imagen de referencia. Foto: iStock
Ha pasado una semana desde cuando tuvo lugar la ceremonia de los premios Óscar, que convocó a las grandes estrellas del cine en el teatro Dolby de Los Ángeles. Más allá del triunfo de la película Oppenheimer, del desfile de caras conocidas por la alfombra roja y de las incontables fotos de los ganadores exhibiendo la conocida estatuilla dorada, el evento trajo consigo algunos pronunciamientos inusuales.
Tal fue el caso de un comercial que apareció el domingo en las principales cadenas televisivas estadounidenses y que lleva el título de “gran noche”. El anuncio, de 30 segundos de duración, comienza con la imagen de un traje de gala que está siendo alistado para utilizarse, mientras una voz advierte que “algunas personas han estado usando medicinas que no eran para ellos, por cuenta de un vestido o un esmoquin más pequeño, (…) por vanidad”.
La gente cuya salud se ve afectada por la obesidad es la razón por la cual trabajamos en estos medicamentos
Al final, el mensaje es claro: “la gente cuya salud se ve afectada por la obesidad es la razón por la cual trabajamos en estos medicamentos”. “Importa quién los obtiene”, señala la relatora, mientras en el último cuadro aparece la imagen de la compañía Lilly.
Es posible que muchos televidentes desconocieran que la promotora del aviso es la compañía farmacéutica de mayor valoración en el mundo. Con una capitalización de mercado que supera los 750.000 millones de dólares, las acciones de esta firma con sede en la ciudad norteamericana de Indianápolis y creada hace siglo y medio por un veterano de la guerra civil se han multiplicado seis veces y media en apenas cuatro años.
La razón es el éxito que ha tenido un compuesto que produce, el cual hace unos meses recibió el permiso de las autoridades sanitarias. Este forma parte de una nueva generación de drogas para perder peso, que prometen resolver uno de los problemas más agudos que enfrenta la humanidad actualmente.
Basta con mirar el informe que dio a conocer la revista especializada The Lancet a comienzos de este mes. Según la publicación, la obesidad –ocasionada por los malos hábitos alimenticios– es hoy la forma de malnutrición más común en la mayoría del planeta, con más de mil millones de personas en esa condición: 878 millones de adultos y 160 millones de niños.
La obesidad –ocasionada por los malos hábitos alimenticios– es hoy la forma de malnutrición. Foto:iStock
Peor todavía es que la prevalencia del mal casi se ha triplicado desde 1990, afectando a 19 por ciento de las mujeres y 14 por ciento de los hombres. Por regiones, las que generan más alertas son la Polinesia y América Latina y el Caribe, con alarmas que se encienden en Chile, México o Panamá. Colombia también muestra tendencias inquietantes, aunque esté un poco mejor que algunos de sus vecinos.
Por lo tanto, aquí aparece un enorme desafío en materia de salud, junto con la posibilidad de sortearlo. De paso, está la creación de un mercado enorme que registraría ventas superiores a los 80.000 millones de dólares en 2030, con lo cual hay una especie de fiebre del oro por quedarse con una tajada del negocio.
Por ahora la ventaja indiscutible la tienen dos empresas: Novo Nordisk, basada en Dinamarca, y Lilly. Aun así, hay una quincena de competidores que están en el proceso de desarrollar fórmulas o hacer ensayos, pues la oferta que existe hoy es a todas luces insuficiente para atender la demanda.
Sueño esquivo
No es la primera vez que una noticia sobre la posibilidad de perder peso sin someterse a un régimen estricto de dieta y ejercicio acapara los titulares. Hace 90 años el dinitrofenol llegó a popularizarse en Estados Unidos, hasta cuando quedó en evidencia que causaba cataratas y ceguera, lo cual llevó a su prohibición.
A mediados de los años setenta, el turno fue para la efedra, un arbusto originario de China e India, que también acabó siendo vetado. Rimbonabant, sibutramina y anfetaminas llegaron a ser populares hasta que las autoridades identificaron que sus efectos colaterales superaban con creces sus posibles beneficios.
Como ha ocurrido más de una vez, en el caso presente, los hallazgos se dieron de manera casual. Desde hace cerca de un siglo Novo Nordisk ha sido un referente en lo que hace a la fabricación de la insulina, indispensable para las personas que sufren de diabetes.
Cuando alguien come, lo usual es que el organismo segregue de manera natural un péptido que le avisa al cerebro la llegada del alimento. Foto:iStock
Dentro de sus intentos de mejorar la calidad de vida de quienes sufren de la enfermedad, la compañía danesa buscó maneras de regular la cantidad de glucosa que ingresa al torrente sanguíneo. Sin entrar en honduras técnicas, logró desarrollar un fármaco llamado semaglutida que imita a una hormona natural que genera el cuerpo humano llamada GLP1 y que forma parte de la familia de las incretinas.
Cuando alguien come, lo usual es que el organismo segregue de manera natural un péptido que le avisa al cerebro la llegada del alimento al sistema digestivo y da origen a la sensación de saciedad. No obstante, su duración es corta y en aquellas personas ya sea diabéticas u obesas el mecanismo no funciona del todo bien, lo cual se traduce en que la ingestión sea superior a lo aconsejable.
Con el arribo de la semaglutida se pudo corregir esa falla. La diferencia es que el análogo del GLP1 llegó a tener efectos con una duración mucho más larga, no de pocos minutos sino hasta de una semana. Lo que se acabó viendo en los ensayos con personas, es que un efecto colateral de la ingesta del compuesto acabó siendo la pérdida de peso.
Tras los hallazgos vino el proceso de autorización del nuevo medicamento, que recibiría la luz verde en Europa durante 2018 y en Estados Unidos en 2021. Dirigido inicialmente a pacientes con diabetes tipo 2, la droga recibió el nombre de Ozempic.
En términos prácticos, la efectividad puede llegar a acercarse a la de una cirugía bariátrica, un procedimiento complejo y oneroso.
Por su parte, Lilly se concentró en el principio de tirzepatida, considerada de una generación más avanzada. En mayo de 2022 las autoridades estadounidenses aprobaron la venta de la medicina bautizada como Mounjaro, pensado también para los diabéticos.
Dentro de sus particularidades, se destaca que, por ahora, ambos compuestos solo existen en forma inyectable. La presentación usual es una pluma de 1,5 miligramos que se aplica semanalmente, por lo cual se requieren cuatro dosis mensuales.
Cada laboratorio acabaría lanzando una presentación orientada a la pérdida de peso, con características ligeramente diferentes y nombres distintos: Wegovy y Zepbound, para la europea y la norteamericana, respectivamente. Vendida bajo prescripción médica, la advertencia es que quienes la reciben puede sentir efectos colaterales como náusea, diarrea o estreñimiento.
Pero a cambio de la incomodidad, los s de la medicina lograr perder entre 12 y 20 por ciento de su masa corporal. En términos prácticos, la efectividad puede llegar a acercarse a la de una cirugía bariátrica, un procedimiento complejo y oneroso.
Danza de los millones
Así las cosas, las ventajas de los nuevos compuestos son evidentes. El motivo fundamental es que la obesidad apunta a ser considerado un mal endémico, responsable del alza en las enfermedades cardiacas y la desmejora en la calidad de vida de cientos de millones.
Debido a ello, al hacer la sumas y restas, hay muchos que insisten en que los ahorros que se logran superan de lejos los costos de drogas que no son baratas. El precio de lista del Ozempic en Estados Unidos es de unos 1.300 dólares mensuales, mientras que en Colombia cada pluma se vende a 200.000 pesos en las principales farmacias, lo cual equivale a cerca de la mitad.
La discusión de fondo, claro está, es cuál debe ser la línea de corte, pues es muy diferente un caso de exceso de peso al deseo de perder unos kilos de más. De regreso a Hollywood, el hecho de que los medicamentos señalados se hayan convertido en la manera más fácil de mantener la línea pone de presente que no siempre los remedios les llegan a los que de verdad los necesitan.
Mientras la discusión se prolonga, el desafío para Novo Nordisk y Lilly es atender la demanda. Ya se han anunciado inversiones enormes en plantas y fábricas de las jeringas utilizadas, que se vienen financiando en parte con ventas que suben de manera constante.
Por ejemplo, los ingresos de la compañía danesa atribuibles a Wegovy pasaron de 876 a 4.500 millones de dólares entre 2022 y 2023. Por su parte, Zepbound le debería generar a la estadounidense recursos adicionales por 2.900 millones de dólares este año.
El Ozempic es un medicamento recomendado para tratar la diabetes tipo 2. Foto:Getty Images
Todo lo anterior se ha traducido en una bonanza inesperada. Aparte de que Lilly es la farmacéutica de mayor capitalización de mercado, la de Novo Nordisk supera los 600.000 millones de dólares, lo cual la coloca en segundo lugar y la hace la firma más valiosa de Europa.
Ninguna, por cierto, parece estarse durmiendo sobre sus laureles. Ahora el objetivo es llegar a una píldora que ocasione los mismos beneficios, con la ventaja de que no necesita cadena de frío y puede distribuirse en cualquier latitud.
Eventualmente, aparecerán otras opciones. Tanto los nombres más conocidos del sector farmacéutico como empresas dedicadas a la biotecnología se encuentran empeñadas en conseguir avances, ya sea a través de la misma ruta o con métodos alternativos.
No menos importante es la discusión sobre cuál es la responsabilidad individual, si el mensaje es que hay una cura para los malos hábitos y la glotonería
Aun así, tal parece que durante esta década el terreno será ocupado casi exclusivamente por Wegovy y Zepbound, cuyas patentes expiran en 2032 y 2036, respectivamente. En la medida en que aparezcan más jugadores, el precio de una dosis bajará y con ello un alcance que todavía es muy limitado frente al tamaño de la población que podría beneficiarse.
En el entretanto, se insiste en que los análogos de GLP1 muestran potencial para el tratamiento de males como la apnea de sueño, la enfermedad renal y la de alzhéimer, el hígado graso y la adicción al alcohol. No hay duda de que las entidades reguladoras tendrán mucho trabajo por cuenta de las solicitudes de aprobación de drogas que ya se encuentran en pleno desarrollo.
Tampoco faltarán los debates públicos sobre los pasos para seguir. De entrada, está el del sostenimiento de los diversos sistemas de salud si de un día para otro estos deben hacer gastos que no estaban presupuestados, más allá de los efectos positivos en el largo plazo.
Igualmente, está la posibilidad de fraudes y el surgimiento del mercado negro. Cada vez son más los casos documentados de medicamentos falsificados, en los que se aplica aquello de meter gato por liebre.
No menos importante es la discusión sobre cuál es la responsabilidad individual, si el mensaje es que hay una cura para los malos hábitos y la glotonería. En concreto, lo que se ha visto hasta la fecha es que alguien que suspende el tratamiento con los medicamentos mencionados tiende a recuperar la mayoría del peso perdido, a menos que haga ejercicio y se cuide en lo que consume.
Y la otra cara de la moneda es lo que viene para la industria farmacéutica, cuyas utilidades apuntan a seguir en aumento. Es de imaginar que vendrán las quejas sobre ganancias extraordinarias, mientras otros argumentan que ello es precisamente lo que hace viable el espíritu de innovar, a través de inversiones cada vez más cuantiosas.
Como queda claro, la historia apenas comienza e involucra a todos los países, incluyendo a Colombia. Porque de lo que no hay duda es que esto de encontrar la fórmula adecuada para adelgazar sin incurrir en mayores sacrificios y distribuyendo bien las cargas, continuará siendo fuente de una polémica muy gorda.