Uno de los principales reclamos con respecto a la educación en Colombia es que no se ha logrado que esta sea de universal para todos los colombianos. Por lo general, esta demanda se suele centrar en la educación superior, en las oportunidades para ir a la universidad.
Pero la realidad es que las dificultades de al sistema educativo parten de mucho antes. Desde el colegio se evidencia que no todos los niños, niñas y adolescentes pueden completar sus estudios, lo que sin duda plantea un importante desafío para el nuevo gobierno, en especial para el Ministerio de Educación, encabezado por Alejandro Gaviria.
Y es que, de acuerdo con las cifras oficiales del Sistema de Matrícula Estudiantil del Ministerio de Educación (Simat), un poco menos de la mitad de los estudiantes que entran a primero de primaria no termina el bachillerato.
Esto quiere decir que, a medida que avanzan los años escolares, cada grado un importante número de menores va desertando de sus estudios paulatinamente, al punto que el número de estudiantes se reduce a cifras cercanas al 50 por ciento al llegar al grado once.
Esta situación, de hecho, fue parte del clamor que alzaron varios observatorios y centros de investigación en educación en el país para el gobierno del presidente electo Gustavo Petro, entre los que se encuentran el Observatorio a la Gestión Educativa ExE de la Fundación Empresarios por la Educación, el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, el Observatorio de Realidades Educativas (ORE) de la Universidad Icesi, entre otros.
Para observar el impacto de este fenómeno en detalle, basta ver la situación de quienes en el año 2021 terminaron su bachillerato, que fueron 534.178 jóvenes que aparecen registrados en el Simat. Esta cohorte fue la misma que en 2018 cursaba el octavo grado. Sin embargo, el sistema registra para ese año un total de 729.095 estudiantes en dicho grado.
Eso quiere decir que, tan solo en cuatro años y solo en esta generación, el sistema educativo perdió un total de 194.917 estudiantes, un 26,73 por ciento. Pero este fenómeno se repite año a año, teniendo especial fuerza entre los grados sexto y noveno, llegando a la cifra mencionada por los diferentes observatorios.
Y es que la misma relación se puede ver año a año. Por ejemplo, los estudiantes que hoy están en grado once, de acuerdo con el Simat, son 519.570, pero esta misma cohorte en 2021, cuando cursaba grado décimo, era de 617.701. En otras palabras, solo en un año esta generación perdió 98.131 estudiantes.
Esta situación viene pasando durante años en el país y no se trata de un tema del actual Gobierno, sino de una tendencia histórica que los diferentes gobiernos han intentado atajar. Lo anterior tampoco se puede atribuir a la pandemia, como se podría pensar a simple vista.
De hecho, la generación de estudiantes que cursó grado once en el año 2018 estuvo conformada por 493.064 jóvenes (de los cuales se graduaron 475.035). Esta misma cohorte en 2015, cuando cursaba octavo, fue de 727.322. Una reducción de 234.258 jóvenes en cuatro años.
Cifras alarmantes que, si bien han venido desacelerándose, de acuerdo la ex viceministra de Educación, Luz Karime Abadía, reflejan un primer momento en el que se expresan las injusticias sociales en el país: “Colombia tiene rezagos importantes en términos de equidad social y está demostrado que la educación es la herramienta más poderosa para lograr una sociedad más justa y equitativa”.
El a la educación marca en gran medida el a otro tipo de oportunidades. Cuando algún factor lo limita, inmediatamente trunca el proyecto de vida de los niños, niñas y adolescentes
Opinión similar es la de Ricardo Rodríguez, experto en el sistema educativo colombiano: “El a la educación marca en gran medida el a otro tipo de oportunidades. Cuando algún factor lo limita, inmediatamente trunca el proyecto de vida de los niños, niñas y adolescentes. Es más, ni siquiera les permite contemplar una alternativa de vida diferente. De esta forma se perpetúa un círculo de pobreza en el país. Esa es realmente la dimensión de la importancia del a la educación”.
Ahora bien, otra problemática a tener en cuenta, además de la deserción, es el de la inasistencia escolar. Un reciente informe del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE ) de la Universidad Javeriana, con base en los datos de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida del Dane, destacó que tres de cada 10 personas en edad escolar reportaron no asistir a establecimientos educativos en Colombia entre los años 2019 y 2021.
Este número hace referencia a estudiantes que pueden encontrarse matriculados, según los registros del Simat, pero que no asistieron a clases.
Las causas de la deserción escolar
Detrás de este fenómeno hay todo tipo de razones, como lo explica a EL TIEMPO el recién nombrado ministro de Educación para el gobierno de Gustavo Petro, Alejandro Gaviria: “No existe una respuesta única a este desafío para generar igualdad de oportunidades por medio de la educación. Claramente la falta de a la educación viene desde los niveles educativos más bajos, y las causas de este fenómeno son muchas: falta de recursos económicos, de infraestructura, de oportunidades, inserción laboral, descontento con la calidad del sistema, entre otros”.
Precisamente, la falta de oportunidades económicas de las familias es un motivo para que muchos jóvenes dejen sus estudios y se vean obligados a trabajar desde temprana edad, explica Rodríguez.
“El problema de un menor que empieza a trabajar sin terminar su colegio es que, primero, ingresa por lo general a la informalidad, sin prestaciones de ley. Segundo, un joven que sale del sistema educativo difícilmente regresa a él. Y tercero, al no estudiar, pierde la oportunidad de competir en el mercado laboral por puestos de trabajo mejor calificados y pagados”, sostiene el experto.
Otra de las causas de la elevada deserción tiene que ver con la falta de infraestructura educativa, en especial, en zonas rurales y rurales dispersas, donde los niños todavía tienen que transportarse durante horas, por vías de difícil , para llegar a su colegio, porque no hay escuelas cerca a sus casas.
Según la ex viceministra de Educación Isabel Segovia, “en la ruralidad hay un problema de a las escuelas. No todos los niños pueden llegar a ellas y algunos incluso deben hacerlo un día sí y otro no. Esta falta de genera dificultades para dar continuidad a la formación y vemos que las brechas educativas entre lo urbano y lo rural son muy altas, y esta es una de las explicaciones”.
En esta materia, la actual ministra de Educación, María Victoria Angulo, señaló en diálogo con EL TIEMPO, que se han hecho importantes avances para llevar colegios a esas poblaciones: “Los esfuerzos en educación nunca son suficientes y siempre se requerirá más. Pero hoy podemos decir que se van a entregar 350 colegios, todas las obras de infraestructura educativa quedaron reactivadas, se entregaron más de 3.000 mejoramientos, quedan contratados otros 1.800”.
Y agregó: “Toda esta situación, sumada a la pandemia, claro que generó impactos y retos. Como sistema debemos hacer un trabajo de búsqueda activa para mitigar los efectos en la deserción. Estamos trabajando en eso, y el nuevo gobierno deberá continuar con esta importante labor”.
A propósito, cabe recordar que en su plan de gobierno, así como en diferentes entrevistas, el presidente Petro ha insistido en la necesidad de garantizar la educación pública, gratuita y de calidad para niños, niñas y jóvenes. Uno de los temas clave en los que se enfoca es en mejorar el y la permanencia, y para eso plantea la búsqueda activa de población desescolarizada, transporte pertinente, seguro y continuo, el apoyo a las familias cuando sea necesario para evitar que los motivos económicos sean excusa para dejar de estudiar, la alimentación adecuada, así como la ampliación y mejoramiento de la infraestructura.
a la universidad
Ahora bien, si de por sí el número de estudiantes que logra graduarse de bachillerato es bajo, de ellos, quienes logran ingresar a la universidad tras terminar el colegio, también es bajo.
El último estudio realizado al respecto fue elaborado por el LEE. En este, se muestra que de los 475.035 estudiantes que se graduaron del colegio en el año 2018, solo 188.666 se matricularon de manera inmediata en algún programa de pregrado, ya sea profesional, técnico o tecnológico, lo que representa el 39,7 por ciento. En cambio, 286.399 jóvenes, el 60,3 por ciento, no pudieron ingresar a la educación superior.
Lo anterior es solo una muestra del enorme reto que también es garantizar el a la educación superior. Al respecto, las universidades, tanto públicas como privadas, han insistido en que se necesitan políticas públicas encaminadas en ampliar la capacidad del sector para recibir a los estudiantes.
De acuerdo con la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún) “esto implica, desde el Estado y el legislativo, revisar las condiciones de financiamiento de la oferta y la demanda, las condiciones de infraestructura de la educación superior pública, el alcance de la gratuidad educativa y el diseño de condiciones equitativas de participación en el mercado educativo para las instituciones de educación superior privadas, no oficiales, sin ánimo de lucro, así como nuevas políticas públicas que promuevan la regionalización, inclusión, diversidad y a la educación superior para todos los colombianos”.
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REDACCIÓN EDUCACIÓN