“Vienen los vampiros, pero los vampiros desaparecen ante el sol, Georgieva”, trinó en la tarde del sábado el presidente Gustavo Petro tras el terrorífico comunicado del Fondo Monetario Internacional que comanda la noctámbula Kristalina Georgieva: quedó suspendida la línea flexible de crédito para Colombia y hasta desentrañar el informe del Fondo donde se encontró una situación fiscal muy mala para el país.
Advenimiento de los chupasangres –a juicio del presidente Petro– en clara referencia a lo que podría venirse pierna arriba tras la decisión del Fondo de congelarnos el cupo de ampliación de la tarjeta de crédito por primera vez en 16 años. Campanazo que refleja la gravedad del ‘drácula’ fiscal: tercer déficit más alto en 120 años, incumplimiento de la regla fiscal el año pasado, gastos crecientes que dan miedo y metas infladas de recaudo tributario.
Escenario diabólico, siniestro, malvado y autoinfligido por el propio Gobierno Nacional, botando la casa por la ventana y gastando a manos llenas en pleno año preelectoral. Y sin reparar en ninguna consecuencia sobre el bolsillo de 52 millones de colombianos, que tarde o temprano terminarán pagando los platos rotos del despilfarro con mayores precios del dólar, mayores tasas de interés, mayor carestía y duros golpes sobre el crecimiento económico y el empleo.
Tenebrosa danza –banquete para los vampiros– que podría evitarse si el Gobierno sincera sus cuentas y se envalentona a recortar el presupuesto nacional en un mínimo de 40 billones de pesos, como estiman centros de pensamiento y el propio Comité Autónomo de Regla Fiscal. Advertencias que se estrellan contra los oídos sordos del ministro de Hacienda, Germán Ávila, atrincherado en seguir endeudando al país para financiar los mayores gastos y sin inmutarse con una deuda pública que ya roza el 60 % del producto interno bruto nacional.
Por ahí vienen y por ahí vuelan: prestamistas y tenedores de bonos del Gobierno colombiano, cada vez más temerosos de que Colombia les incumpla con los pagos, como se refleja en los diferenciales o ‘spreads’ de la deuda pública –los Credit Default Swaps a cinco años– arañando los 300 puntos básicos y superando a países con calificaciones más bajas como Guatemala, Sudáfrica, Turquía o Brasil.
Tenebrosa danza –banquete para los vampiros– que podría evitarse si el Gobierno sincera sus cuentas y se envalentona a recortar el presupuesto nacional en un mínimo de 40 billones de pesos
Dráculas temerosos de unos bonos colombianos con el peor desempeño en toda la región, con un retorno negativo del 3,8 % en los últimos tres meses frente a una pérdida promedio del 0,13 % en el índice de países latinoamericanos, según ‘Bloomberg’. Sangrado que hoy tiene a Colombia colocando bonos a una tasa del 8,75 %, casi un punto porcentual más frente a octubre del año pasado.
Vampiros muertos del susto que salen despavoridos por el descalabro fiscal del Gobierno, como ahuyentada salió también la petrolera británica Shell, que abandonó sus campos de gas frente a las costas de Coveñas en plena escasez de gas natural domiciliario y siguiendo la ruta de escape de otras multinacionales petroleras como Chevron, Oxy, Exxon Mobil o ConocoPhillips. Todas huyendo del país en los últimos cinco años y dejando a Colombia sin ninguna de las cinco grandes petroleras globales; espacio que colonizan ligas más pequeñas y empresitas sin experiencia en perforación de aguas ultraprofundas.
¿Quién será el vampiro chupasangre que siembra miedo, se chupa las rentas, se desborda en los gastos, clava colmillos a las empresas y ahuyenta todo lo que llega a nuestro país?
PAOLA OCHOA
En X: @PaolaOchoaAmaya