Ahorrarse el cortejo, el flirteo, los rechazos y todo ese trabajo previo para llegar a la cama, hoy es posible si se echa mano de la tecnología. Si bien, esto es, a mi modo de ver una salida rápida para satisfacer las ganas y la demanda que imponen las partes bajas, lo cierto es que en algunos momentos y en circunstancias de escasez, puede resultar interesante.
Tecnosexuales es el término que utilizan algunos expertos para referenciar a aquellos que fácilmente se deslizan en estas prácticas, de la mano de juguetes, computadores, modelos electrónicos, hologramas y hasta las socorridas muñecas y muñecos, que hoy vienen dotados con artilugios según el gusto de los consumidores.
Tanto es el desarrollo, que basta cualquier sistema que logre poner a punto algunas sensaciones, para que de tajo se prescinda del o humano y se arme una fiesta donde impera el solo yo, manejando estas herramientas.
Lo curioso es que los pronósticos dan cuenta de que en menos de dos décadas- en mayor o en menor grado-, todos los interesados en el aquello, tendrán a la mano al menos una posibilidad derivada de la tecnología.
De hecho, ya existen prototipos de sofisticados robots tipo humanoides, dotados de Inteligencia Artificial (IA), capaces de interactuar con personas de carne y hueso, a tal grado, que modulan e interpretan respuestas como las compañías verdaderas, brindando caricias y estímulos acompañados en voces que pueden simular la que el interesado considere.
Por supuesto que no faltan quienes califican estas prácticas despersonalizadas como otro tipo de aberración, sin embargo, desde otras orillas se plantean como verdaderas ayudas, para mantener viva esa sexualidad humana marcada por el placer que en algunos casos amenaza con pasar a un segundo plano, en medio de un mundo que avanza vertiginosamente, sin saber para donde.
Así que vale la pena explorar todas estas posibilidades y como siempre lo he manifestado, llevar al catre un tercero y en este caso, desarrollado por la tecnología, no está mal, para empezar en pareja a introducirse por estas rutas que parecen irreversibles.
El ya vetusto dildo, que solo con la forma y sin ninguna otra característica, demostró que esto era posible, lo mismo que lo vienen haciendo desde hace algún tiempo, el amplio espectro de juguetes electrónicos, diseñados exclusivamente para sentir.
No sobra decir que mientras se le pueda sacar el máximo provecho a las formas tradicionales, estas todavía son válidas. Hasta luego.
ESTHER BALAC
Para EL TIEMPO
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