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Ciclo solar: ¿cómo afecta nuestro día a día?
La luz solar tiene un enorme efecto sobre nuestro organismo. Conozca las claves de la cronobiología.
Un estudio reveló que los que duermen mal tienden a ser más mentirosos y a ganar menos. Foto: iStock
El sol marca nuestro reloj biológico y con él, el ritmo de muchas funciones fisiológicas de nuestro cuerpo, de nuestras emociones y conductas. La luz ambiental tiene un enorme efecto sobre nuestro organismo, incluso la flora intestinal baila al son de esos ritmos biológicos.
También en nutrición importa no solo lo que se come sino cuándo se come, y la actividad física puede ser más o menos beneficiosa dependiendo de la hora del día y de la cantidad de sol que nos ilumine.
Influye también la carga genética y la edad. Y es, junto a otros factores, el que marca que sea una persona más matutina que vespertina, o viceversa.
Para la doctora Alicia Gordillo, bióloga molecular y doctora en Ciencias Genéticas, resulta fundamental mantener los ritmos biológicos de nuestro organismo y aplicar los conocimientos de la cronobiología.
Y recuerda que la pandemia provocó que estuviéramos menos expuestos a la luz diurna natural, también cambió nuestros horarios y lugares de trabajo, e incluso desmanteló el patrón temporal de nuestras relaciones sociales.
Hasta el reloj, el medidor del tiempo por excelencia, siempre va para adelante. Foto:123rf
“Todo esto confunde a nuestro reloj biológico, y con ello podemos abrir la puerta a la obesidad, la hipertensión arterial o la diabetes, entre otros problemas de salud”.
Pero esta situación se puede revertir conociendo el reloj y cambiando los hábitos.
Gordillo da algunas claves para entender cómo podemos aplicar los conocimientos de la cronobiología en nuestra vida diaria actual para mantener el bienestar y calidad de vida y menciona algunos estudios que lo demuestran.
La cronobiología es el área de la biología que estudia los ritmos biológicos y la organización temporal de los seres vivos, los mecanismos implicados en su regulación y los problemas de salud que pueden surgir cuando esos ritmos se alteran.
Tan importante es esta ciencia, nos dice, que ya hay estudios de cronomedicina que muestran, por ejemplo, como a nivel del sistema inmunológico hay una periodicidad en cuanto a los rechazos a trasplantes.
Y en el cáncer, añade, ya hay hospitales en Estados Unidos que aplican protocolos cronomodulados basados en los fundamentos de la cronobiología para la quimioterapia.
El efecto de la luz del sol, la que percibimos por la mañana, la oscuridad por la noche es la que sincroniza nuestro sistema nervioso central, y todo eso influye además en el control de la secreción de la melatonina, que no es una hormona típica y tiene mil funciones, incluida la de facilitar el sueño.
“El qué y el cómo son importantes, pero el cuándo tiene una enorme repercusión sobre nuestra vida cotidiana y nuestra salud”, y más ahora que los días van perdiendo horas de luz.
El qué y el cómo son importantes, pero el cuándo tiene una enorme repercusión sobre nuestra vida cotidiana y nuestra salud.
En nuestro hipotálamo, explica, reside un reloj endógeno que marca el ritmo a muchas funciones fisiológicas de nuestro cuerpo, principalmente sincronizados por la luz ambiental que recibimos. “Pero también por los ritmos ayuno-ingesta, vigilia-descanso y reposo-actividad”, dice.
Y son muchos los hábitos cotidianos que, sin darle importancia, marcan nuestra salud.
Reloj biológico: trabajo y deporte
Entre las primeras recomendaciones que apunta está la de adaptar las horas de trabajo y el deporte a nuestros ciclos de mayor rendimiento.
La cronobiología ha conseguido demostrar que somos más productivos intelectualmente por la mañana que por la tarde.
Y eso nos favorece si, en estos tiempos en los que muchos teletrabajamos, no desordenamos nuestros horarios y tareas y mantenemos un horario laboral que centre el mayor esfuerzo en esas horas de productividad.
No olvidar la actividad física, y mejor por la tarde.
Otro dato curioso que aporta la cronobiología es que nuestro mayor rendimiento muscular se da por las tardes,.
Así que si queremos aumentar la masa muscular, podemos utilizar este conocimiento a nuestro favor y hacer un poco de pesas por la tarde.
Eso sí, si lo que quieres es salir a correr o hacer otro tipo de ejercicio aeróbico para mejorar tu salud circadiana, entonces hazlo por la mañana.
Reloj biológico: situación de aislamiento
También recomienda ajustar las horas de sueño sin ceder al impulso de trasnochar.
Los ciclos circadianos noche/día son de 24 horas, pero tenemos otro reloj interno biológico con ciclos más largos, de 25 a 33 horas.
Por eso, en situación de aislamiento, tenderíamos a trasnochar. Esto se ha comprobado con experimentos en búnkers, en situaciones controladas.
Pero la cronobiología también ha conseguido demostrar que no tenemos un “almacén de sueño” y que, si no dormimos lo suficiente, luego no basta con recuperar las horas de sueño.
El déficit de sueño es acumulativo y eso repercute muy negativamente en nuestra salud.
Hay que dar tiempo a las horas de oscuridad y descanso para que nuestro cuerpo genere la melatonina necesaria para nuestros procesos de regeneración profunda a nivel nervioso y celular.
¿Y la comida?
Mantener fijas las horas de comida, aunque sea un reto.
La generalización del teletrabajo ha hecho que todos seamos más elásticos con los horarios, y es fácil que nos veamos comiendo más tarde de lo deseado porque hemos alargado tal o cual tarea.
“Los ritmos de ayuno-ingesta son importantes y, si los alteramos, tendemos a alterar también otras variables”.
Por ejemplo, si cenamos muy tarde, lo lógico es que no vayamos directos a la cama.
Los picoteos fuera de horas, tan típicos cuando estamos aburridos o no tenemos un horario fijo, también perturban nuestros ritmos.
“La cronobiología incluso ha demostrado que alterar los horarios de comida puede alterar la expresión de nuestros genes”.
Por eso conviene hacer un esfuerzo en esto y mantener las rutinas.
Pero Gordillo, que en la actualidad es profesora de la Escuela de Salud Integrativa, tiene dudas sobre la eficacia de las cinco comidas al día y se inclina más por las tres.