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Noticia

El científico colombiano de Harvard y el MIT que quiere ayudar en la próxima pandemia

Sergio Triana, radicado en Estados Unidos, es una de las jóvenes promesas del 2024, según Forbes.

Sergio Triana en un laboratorio del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Su trabajo se enfoca en analizar genomas y datos de secuenciación de enfermedades infecciosas.

Sergio Triana en un laboratorio del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Su trabajo se enfoca en analizar genomas y datos de secuenciación de enfermedades infecciosas. Foto: Archivo Sergio Triana

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Nació en Tame, Arauca, pero la incesante violencia que entonces –y ahora– se vivía en esa región del país lo obligó a desplazarse junto con su familia a Yopal, en Casanare, cuando tenía apenas seis meses. Allí vivió y estudió su primaria y bachillerato y se graduó a los 14 años del colegio. Aunque la ciencia no lo movía en ese momento, hoy, con 29 años, es uno de los científicos más prometedores en el mundo. La revista Forbes, en su edición norteamericana, lo incluyó en su listado de jóvenes promesas de 2024. 
De su trabajo y el de sus colegas dependerá en buena parte que se encuentre la cura para enfermedades infecciosas que nos aquejan y que estemos preparados para la próxima pandemia que afectará a la humanidad.
Así de grande es la misión de Sergio Triana, el joven científico colombiano que trabaja en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés) y Harvard y viaja por Suramérica y África, tratando de entender los virus que nos matan y los que vendrán en el futuro.

¿Te iba bien en el colegio? ¿Tenías buenas notas?

Eh, sí, ja, ja. No puedo decir que no. Me adelantaron tres grados y la razón por la que pude entrar a una buena universidad como los Andes es porque me fue bien en el colegio. Mis papás tuvieron que esforzarse más para poder pagarme una educación privada porque no era fácil por mi corta edad estar en un curso avanzado en un colegio público, pero logré desde pequeño lo que me proponía con ayuda de mi familia.

Tremendo geniecito debías ser para que te adelantaran tres grados. ¿Cómo fue esa experiencia?

Eso implicó que vinieran cambios rápidos en mi vida. Los primeros años de colegio me adelantaron y luego en bachillerato pasé rápidamente a octavo grado, y la verdad yo era feliz porque me sentía retado. Mi mamá no terminó bachillerato y mi papá llegó escasamente a ser bachiller, así que era un reto bueno en mi familia y yo era bastante independiente. Terminé graduándome del colegio muy pequeño, a los 14 años, y ahí comenzaría otro desafío en mi vida. 

¿Y con tus compañeros, todo bien, o esa interacción fue difícil al ser ellos mayores que tú en esos años de colegio? 

Fue interesante. Tuve la suerte de que ‘sociablemente’ no tuve problemas y era como el consentido del salón. Je, je. Siempre fui tres años menor y, aun así, era el mejor del curso, pero en el colegio y en la universidad, obviamente, había una brecha generacional que no me permitía hacer ciertas cosas que mis amigos de salón hacían y se complicaba en algunos momentos la interacción, pero pasé bien y, a los 14, como te digo, ya estaba mudándome a una residencia universitaria en Bogotá para comenzar mis estudios de pregrado.

¡Volvías a ser el más chiquito del semestre en la universidad y a vivir solo en una ciudad que no era la tuya, nada menos que a los 14 años!...

Me veía como un niño, claramente, y la gente me preguntaba qué hacía ahí. Al principio, miraban con mucho asombro. Mis papás no podían mudarse conmigo. Cambiar del pueblo a la ciudad fue todo un tema y llegaba con una brecha de conocimiento grande. Ser el mejor en Yopal no significaba que ibas a ser el mejor en Bogotá, así que cuando entré a la universidad tuve que ponerme al día y nivelarme, pero lo logré. 
Hice Ingeniería Química y Microbiología, luego hice una maestría en Microbiología y Biología Computacional también en los Andes e hice parte de mi tesis de maestría en Holanda, y luego mi doctorado en Alemania. La vida me fue alcanzando para mucho, ja, ja.

Eso veo. ¿En qué momento se despertó realmente la pasión por la ciencia? 

Es una pregunta interesante. Todavía me cuesta trabajo definirme como científico. Para mí la ciencia no era un trabajo y realmente es porque en Colombia los niños no estamos tan expuestos a estos temas de conocimiento y soñamos con otras cosas, pero cuando empecé a tomar clases como biología celular y me di cuenta de que mis habilidades se alineaban bien con los retos de esta disciplina, dije: “ve, esto está como interesante”. Pero todavía no era claro para mí, de donde yo venía, que uno pudiera tener una vida dedicada a eso.

Y las puertas del mundo, ¿cuándo se abrieron?

Como te decía, yo hice estudios en Europa y todo fue gracias a un financiamiento de Colciencias en aquella época y pude tener una colaboración en una investigación con una universidad de Holanda y, luego, para mi doctorado en Alemania, accedí a una beca y tuve la suerte de llegar a los laboratorios de Harvard y MIT. Me entrevisté con ellos y yo quería trabajar con ambos, pero no era fácil. Sin embargo, encontramos una forma de hacer las dos cosas y trabajar con ellos, al tiempo, en lo que hago actualmente.

¿A qué te dedicas exactamente?... Si lo puedes decir en español, mejor… 

Ja, ja. Hago investigación de enfermedades infecciosas. Mi trabajo se enfoca en utilizar tecnologías de última generación para analizar genomas y datos de secuenciación para entender cómo estas enfermedades afectan al humano. Analizo virus que causan fiebres hemorrágicas, como el ébola. Lo que hacemos es mirar cómo esas secuencias de ADN y otras expresiones de los humanos cambian para responder a estos patógenos. Luego esos datos se tienen que analizar usando métodos estadísticos y de inteligencia artificial.

¿En cuántos países haces estas investigaciones?

En unos seis. Es un trabajo continuo. En Nigeria estuve el año pasado y volveré a ir. La idea es también entrenar a los expertos en estos países endémicos. En Colombia también tenemos proyectos. Tratamos de evitar eso que se llama la ‘investigación de helicóptero’, que consiste en tomar muestras e irse. Hay que estar en los sitios, vivir en ellos y tratar de entender mejor todo lo que está pasando. 

Supongo que te está ocurriendo, ahora en el campo laboral, lo mismo que en el colegio y la universidad: que eres menor que muchos de tus colegas…

En general sí, pero también he aprendido que la gente viene de diferentes caminos y etapas de la vida. Trabajo con muchos investigadores sénior, pero también con científicos jóvenes. He tenido suerte de alcanzar metas siendo más joven que otros, pero también de poder regar ese conocimiento entre gente que está siendo entrenada en los países a los que voy. El conocimiento es para compartir.

Tienes varios reconocimientos internacionales, pero uno de los más recientes vino por cuenta de la inclusión de tu nombre en la lista Forbes de las jóvenes promesas en Estados Unidos…

Te cuento: estaba en Nigeria con todos los implementos puestos para evitar el o con los virus y vi que llegó la noticia. Me alegré mucho, pero solo después de seis horas, que me logré quitar todo, pude ver y celebrar estar en una lista de tanto prestigio como esa. 

Te traigo de vuelta a tu país. ¿Cómo ves a Colombia en materia de ciencia e investigación?

Es una pregunta complicada. Los científicos colombianos hacen lo que pueden con lo que tienen. Tenemos ciencia de alta calidad, pero todo cuesta más que en otras partes, lo cual implica que es difícil hacer lo que podrías hacer más fácil en otros lugares, porque aquí tienes menos dinero. Dicho eso, la financiación en Colombia es compleja. No hay muchos lugares donde se pueda obtener eso para la ciencia. Es difícil optimizar esto en un país que ha pasado por tantas cosas y hay que seguir trabajando en el tema, pero tengo una cosa clara: ¡calidad y talento humano es lo que hay! El Gobierno debe invertir en esto porque una comunidad sin investigación ni conocimiento no puede enfrentar sus problemas con éxito. 

De todas las enfermedades que estudias, ¿cuál es la que nos va a poner a sufrir más en el futuro?

Probablemente una que no conocemos. La idea de la preparación pandémica es estudiar las enfermedades actuales para entender cómo algunos cambios o factores pueden determinar lo que venga en el futuro y hay que tener las herramientas y estar muestreando y mirar qué está ocurriendo en una población, porque realmente lo que suele pasar es que hay cosas que ya existen pero que no vemos o no analizamos con suficiente cuidado. Pero creo que lo más desafiante en adelante provendrá de un patógeno que no conozcamos actualmente

¿Crees que vendrá pronto otra pandemia como la que enfrentamos en los últimos años? ¿Estamos mejor preparados como humanidad para hacerle frente?

Sí, para ambas preguntas. Las pandemias, en nuestros tiempos, son muy difíciles de evitar, especialmente con el cambio climático, la sobrepoblación, la deforestación. Esos factores permiten a los patógenos migrar a diferentes áreas y ecosistemas y expandirse más rápido, pero vamos a estar mejor preparados en materia de infraestructura y de políticas públicas. Las investigaciones en estas áreas han crecido más. El interés público también ha crecido, pero creo que igual hay que estar vigilantes. Para eso estamos trabajando. 

¿Cuál dirías que es el logro más grande que has alcanzado hasta ahora? 

Mmm, no lo sé. En cada etapa de mi vida he pensado que esa etapa ha sido mi logro más grande, entonces creo que cada vez que termino pienso más bien en qué será lo siguiente. Donde estoy trabajando ha sido un buen logro, pero no creo que sea el más grande que vaya a obtener. Me gusta pensar más en qué es lo próximo que haré. Siempre creer que hay algo más. Eso me gusta.

Bueno, entonces, ¿qué es lo siguiente? ¿Qué legado quisieras dejar en el mundo de la ciencia? 

Realmente, en un mundo ideal, quisiera poder volver a trabajar y vivir en Colombia. Quisiera ir a aplicar todo lo que he estado aprendiendo y mejorar la construcción de conocimiento e infraestructura sobre estas enfermedades en Colombia. Tenemos alta diversidad de flora y fauna, pero también de patógenos, lo cual implica que hay muchos virus que pasan desapercibidos, y quisiera que mi legado pudiera ser ayudarle a ese país, de donde vengo yo.
Para más contenido de José Manuel Acevedo, haga clic aquí.
JOSÉ MANUEL ACEVEDO
Especial para EL TIEMPO

De la serie 'Los 40 de menos de 40':

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