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Noticia
Cananguchos: guardianes del agua de la Amazonia enfrentan deforestación y sequía
El cananguchal, uno de los ecosistemas más emblemáticos del Amazonas, especialmente de la capital, se encuentra bajo una amenaza creciente debido también a la crisis climática.
Cananguchales o cananguchos del Amazonas Foto: Tania Góez Zambrano
Leticia, ciudad ubicada a la orilla del río más largo y caudaloso del mundo, se está quedando sin agua. Los cananguchales, humedales que resguardan el recurso hídrico del Amazonas, se encuentran en crisis por una prolongada sequía y la degradación de su vegetación que ha cercenado la capacidad de regular este recurso vital para todas las formas de vida de la región.
El cananguchal, uno de los ecosistemas más emblemáticos del Amazonas, especialmente de la capital, se encuentra bajo una amenaza creciente debido a la deforestación y la crisis climática. Desde la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Amazonia se hace un llamado urgente para su restauración y gestión sostenible, que ofrezca esperanza para el futuro.
Este humedal es custodiado por la palma de aguaje (Mauritia flexuosa), conocida localmente como canangucho. Esta imponente palma es fundamental para la estabilidad de los ecosistemas acuáticos amazónicos porque funciona como un reservorio de agua que regula el recurso hídrico en temporadas secas, y mientras los frutos rojizos que adornan su copa sirven de alimento a múltiples especies, sus raíces brindan hogar a otras, a la vez que previenen la erosión del suelo.
Durante la temporada de lluvias, estos humedales almacenan grandes cantidades de agua que luego liberan gradualmente en los períodos de sequía. Esta capacidad es vital en Leticia, en donde los ciclos de precipitación son variables, y en años recientes las sequías se han intensificado debido a la emergencia climática. Sin embargo, la degradación de los cananguchales por actividades humanas –como la tala y la construcción de infraestructuras– ha debilitado esta función reguladora exacerbando el impacto de las sequías extremas, como la que se está viviendo en 2024.
Generalmente la Amazonia vive dos estaciones climáticas en el año: (i) la época de aguas altas, cuando hay más precipitación de lluvias, por lo que el nivel del río sube, lo mismo que en quebradas y lagunas, y (ii) la época de aguas bajas, cuando al disminuir su nivel hace que se formen más playas .
“El bosque amazónico mueve el agua y la incorpora a la atmósfera en un proceso llamado evapotranspiración. Un árbol maduro libera casi 1.000 litros de agua a la atmósfera en un día. El bosque es esencial, pues protege el agua que cae de las precipitaciones, y la guarda en sus raíces para soltarlas suavemente. El cananguchal es el elemento más importante de los bosque, pues es la esencia fundamental de manejar el agua aquí en este territorio amazónico”, explica el profesor Santiago Roberto Duque Escobar, director del Laboratorio de Manejo y Gestión de Humedales de la UNAL Sede Amazonia.
A lo largo de 34 años de arduo trabajo en el Laboratorio que dirige, el profesor Duque ha evidenciado todo este proceso sobre el recurso hídrico, combinado tanto la ciencia occidental como el conocimiento de los pobladores locales. “Las personas que más saben del territorio amazónico son las que por milenios han vivido en el Amazonas. Hemos construido un panorama a futuro que se llama de trans y multidisciplinariedad, que es el diálogo de saberes”, sostiene.
El desafío de la sequía en el Amazonas
En el segundo semestre de 2024 el Amazonas ha experimentado una sequía inusualmente severa que ha afectado en especial a los pobladores de la zona urbana y rural de Leticia, lo cual obedece en parte a la dinámica estacional de la Zona de Confluencia Intertropical (ZCTI), que desplaza las lluvias hacia el hemisferio norte. Como se ve en la figura 1, entre junio y septiembre se han registrado niveles de precipitación mucho más bajos que el promedio histórico, lo que ha causado una reducción drástica en los volúmenes de agua en los ecosistemas acuáticos locales. Sin embargo, la pregunta que se plantea es: ¿qué tan afectados pueden llegar a estar los ecosistemas en estas condiciones de sequía extrema?
Climograma de Leticia, capital del Amazonas. Foto:Fuente: Tomado de: https://n9.cl/0yvzww
El profesor Duque se ha preocupado por esta situación y recorrió junto al equipo periodístico de la UNAL Sede Amazonia las zonas afectadas para documentar el estado de los cuerpos de agua y las prácticas de manejo del territorio.
Balneario del kilómetro 18 vía Tarapacá en Leticia, en época de lluvias. Foto:Harrison Calderón
La carretera que va desde Leticia hasta el área no municipalizada de Tarapacá es un ejemplo claro del impacto de esta sequía. Precisamente en el kilómetro 18 se encuentra un balneario rodeado por un cananguchal, que hasta hace poco era un humedal vibrante, y de hecho uno de los lugares favoritos por los habitantes del municipio y turistas.
Sin embargo, la falta de lluvias ha reducido considerablemente el nivel de agua, dejando el paisaje seco y con poca vida. Esta situación se repite a lo largo de varios puntos de la carretera, mostrando cómo la escasez de precipitaciones está afectando los ecosistemas que dependen del agua.
Balneario del kilómetro 18 vía Tarapacá de Leticia, en época de sequía, septiembre de 2024. Foto:Katya Rueda
Curiosamente, solo 2,5 km más adelante del Balneario –en las fincas “Los Balcones” y “El Refugio”– el panorama es muy diferente. A pesar de sufrir la misma sequía, estos terrenos mantienen abundantes cuerpos de agua y sectores inundados. ¿Qué explica esta discrepancia? La respuesta se encuentra en la gestión del territorio.
Lago de la finca “Los Balcones” en el kilómetro 22, vía Tarapacá en Leticia, en época de sequía, septiembre de 202. Foto:Tania Góez Zambrano
En el balneario la tala de la ronda hídrica y la reducción del bosque han alterado el equilibrio del ecosistema, mientras que en las dos fincas su propietario, Orlando Benjumea, ha dedicado desde hace 36 años a conservar las 60 hectáreas de bosque que tiene, así como a mantener los cananguchales en perfecto estado. Esta protección de la vegetación circundante ha permitido que el sistema acuático de las fincas descienda solo 7 cm este año, incluso, en medio de una sequía extrema.
El señor Benjumea, a quienes los leticianos llaman “el Indio”, comenta que el bosque primario no ha sido víctima de la sequía gracias a las labores de preservación: “aquí llevamos más o menos 3 meses sin lluvia, con la particularidad de que si llueve media hora se rebosa el estanque”.
También explica la principal razón de la tala de los cananguchales: “los aborígenes, paisanos míos, acostumbran a vender el producto del ‘canangucho’ para hacer su jugo de aguaje (aguajina). A medida que iba creciendo, el aborigen, como quedaba alto, lo tumbaban, depredaban, porque así cogían el racimo que estaba para cosechar, y al árbol caído le abrían huecos y sacaban el famoso gusano mojojoy, que es muy apetecido como alimento por sus propiedades”.
Más allá del agua: la ronda hídrica que protege los ecosistemas acuáticos
Los ecosistemas acuáticos no son solo los cuerpos de agua visibles como ríos, lagos o quebradas, sino que incluyen las zonas contiguas, conocidas como ronda hídrica, en donde la vegetación, como la palma de aguaje, desempeña un papel crucial en la regulación del ciclo hídrico. Durante las épocas de lluvias, esta vegetación ayuda a absorber el agua, y en tiempos de sequía la libera gradualmente manteniendo así los ecosistemas saludables.
Sin embargo, cuando la ronda hídrica se degrada o desaparece, los cuerpos de agua pierden su capacidad de autorregularse, volviéndose más vulnerables a las sequías extremas. Esto es precisamente lo que está ocurriendo en muchas áreas del Amazonas y Leticia. La tala indiscriminada de los cananguchales y la construcción de infraestructuras que interrumpen los flujos de agua están secando los humedales, afectando no solo la biodiversidad sino también a las comunidades que dependen de estos ecosistemas para su subsistencia.
Otro caso bien documentado por la UNAL Sede Amazonia es lo que les pasa a las comunidades de San Pedro, San Antonio, San Juan, San Sebastián de Los Lagos y la parcialidad de El Castañal, que viven en la ribera de la quebrada Yahuarcaca, ubicada en la zona suburbana de Leticia.
Esta zona está enfrentando una crisis ambiental y social debido a represamientos que detienen el flujo natural de los cuerpos de agua y sus más de 150 especies de peces, lo que genera falta de repoblamiento natural y reduce la calidad del agua debido a la contaminación, que impacta a las más de 1.200 personas que dependen de la pesca y los recursos acuáticos. A esto se suma la preocupación por la pérdida de oxígeno en el agua, lo que ha causado la muerte de peces y afecta la subsistencia de las familias locales.
Restauración y conservación: una visión de futuro
La sequía que afecta al Amazonas en 2024 no es un evento aislado, sino una señal de los efectos crecientes de la degradación ambiental, y por supuesto del cambio climático. La pérdida de los cananguchales y otros humedales está poniendo en peligro la estabilidad ecológica de la región, afectando tanto la biodiversidad como a las comunidades locales que dependen de estos ecosistemas para su subsistencia.
El ejemplo de las fincas “Los Balcones” y “El Refugio” demuestra que es posible mantener los ecosistemas acuáticos saludables, incluso en tiempos de sequía extrema, mediante una gestión adecuada del territorio y la conservación de la vegetación natural.
Con todo esto, debido a la preocupación por la sequía, el profesor Duque hace un llamado a la población amazonense y a las autoridades para tomar acción frente a la problemática. “Lamentablemente no ha habido un proceso técnico de acompañamiento de las autoridades locales del municipio, y particularmente de Corpoamazonia, para enfrentar la situación y hacer notar a los pobladores que destruir ese magno ecosistema del cananguchal con el bosque, es perder la capacidad de tener agua”, advierte.
Asevera además que 2024 ha sido un año atípico, pues ha tenido una disminución importante del promedio de lluvias, y casi todos los cananguchales que se encuentran en la zona de la carretera hacia Tarapacá se están viendo severamente afectados. “Todo eso implica que algo no estamos haciendo bien, no estamos viendo hacia el futuro. Tenemos que mantener los ecosistemas saludables y restaurar los que hayamos afectado. Tristemente, una ciudad junto al río más grande del mundo y con alta pluviosidad se está quedando sin agua” puntualizó.
Canangucho, palma de aguaje con frutos. Foto:Tania Góez Zambrano
La restauración de los cananguchales es una estrategia clave para garantizar la resiliencia de los ecosistemas frente al cambio climático. Las iniciativas de reforestación con la palma de aguaje y otras especies nativas, combinadas con la implementación de políticas de gestión sostenible del agua, pueden ayudar a recuperar la capacidad de estos humedales para regular el ciclo hídrico. Además, es de vital importancia hacer partícipe a las comunidades indígenas y locales en este proceso, ya que su conocimiento tradicional sobre el manejo de los recursos naturales es fundamental para asegurar la protección de estos ecosistemas.
Lago de 'Los Balcones' con pez Piraruc. Foto:Katya Rueda
El mensaje del profesor Duque es un llamado de atención que, como él asegura, es la clave para enfrentar los desafíos que plantea el cambio climático para restaurar y proteger los ecosistemas locales. La única manera de adaptarse efectivamente a esta crisis es mediante la recuperación de las fuentes hídricas y el respeto por los ecosistemas naturales.
Por eso el cananguchal se debe convertir en un símbolo de protección ambiental para el Amazonas, una especie emblemática cuya preservación es clave para la adaptación a la emergencia climática. La crisis hídrica que hoy enfrenta este departamento es una oportunidad para repensar el uso y manejo de los recursos naturales de manera sostenible.