En medio del acelerado crecimiento urbano y los desafíos del cambio climático, la Sabana de Bogotá enfrenta un dilema crucial: cómo equilibrar el desarrollo con la conservación del medio ambiente.
Por su lado, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), entidad encargada de la gestión ambiental en la región, ha hecho un llamado urgente al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) para que los nuevos lineamientos de ordenamiento territorial garanticen la seguridad hídrica y se construyan de manera participativa.
La discusión sobre el futuro de la Sabana de Bogotá no es nueva. Desde la expedición de la Ley 99 de 1993, este territorio ha sido reconocido como una zona de interés ecológico nacional, con una vocación prioritaria agropecuaria y forestal. Sin embargo, la realidad ha cambiado drásticamente en las últimas décadas.
La proximidad con Bogotá ha impulsado una rápida suburbanización, aumentando la demanda de bienes y servicios ambientales. Frente a este panorama, la CAR ha advertido que seguir creciendo sin un modelo sostenible podría generar un colapso ambiental.
Un territorio que debe ordenarse alrededor del agua
El eje de la propuesta de la CAR es claro: el agua debe ser el centro de cualquier planificación territorial en la Sabana de Bogotá. Para la entidad, esto no es una alternativa, sino una necesidad impostergable.
"Ordenar el territorio alrededor del agua no es una opción, es una obligación", afirmó Alfred Ignacio Ballesteros, director de la CAR, durante una rueda de prensa en la que presentó las observaciones de la entidad al proyecto de lineamientos del MADS.
La CAR ha venido trabajando en una serie de estrategias para garantizar la seguridad hídrica en la región, priorizando la protección de zonas de recarga de acuíferos, la conservación de humedales, la restauración de ecosistemas estratégicos y la implementación de medidas de adaptación al cambio climático. En este sentido, la entidad considera que cualquier directriz del Ministerio debe alinearse con estos objetivos y no contradecir los esfuerzos ya en marcha.
Uno de los principales problemas que enfrenta la Sabana es el crecimiento urbano descontrolado. En los últimos años, varios municipios han expandido su territorio sin tener en cuenta la sostenibilidad ambiental. "Algunos municipios de la Sabana no pueden seguir creciendo de la forma en que lo han venido haciendo. Reiteramos: ¡crecimiento sí, pero no así!", enfatizó Ballesteros.
Participación ciudadana
Más allá de los aspectos técnicos, la CAR ha insistido en que la planificación del territorio debe ser un proceso participativo. En este punto, la entidad ha pedido que el Ministerio de Ambiente enmarque la discusión en el Acuerdo de Escazú, un tratado internacional que garantiza el a la información, la participación pública y la justicia en asuntos ambientales.
Según la CAR, las comunidades que habitan en la Sabana tienen el derecho de definir el destino de sus territorios. Para ello, es fundamental que las decisiones no sean impuestas desde el Gobierno Nacional, sino que se construyan de manera conjunta con la Gobernación de Cundinamarca, las alcaldías municipales y las autoridades ambientales locales.
Sin embargo, la CAR ha señalado que no ha tenido al documento completo del proyecto de resolución del MADS, ni a la cartografía ni al anexo técnico que lo acompaña. Esto genera preocupación, pues sin información detallada es difícil evaluar el impacto real de las medidas propuestas.
El desafío de armonizar las normas ambientales
Uno de los puntos clave que ha señalado la CAR es la necesidad de armonizar los nuevos lineamientos con las normas ya existentes dentro del Sistema Nacional Ambiental (SINA). La coexistencia de diferentes regulaciones puede generar contradicciones que, en lugar de solucionar problemas, podrían agravarlos.
Además, la CAR ha advertido sobre la necesidad de revisar la declaratoria de agotamiento del recurso hídrico en la Sabana y de definir con claridad las fuentes de financiación para implementar los nuevos lineamientos. Sin un respaldo financiero adecuado, cualquier estrategia de conservación corre el riesgo de quedar en el papel.
El fallo judicial que cambia el panorama
En este contexto, la CAR ha celebrado la decisión de la magistrada Nelly Yolanda Villamizar, quien ordenó al Ministerio de Ambiente rehacer el procedimiento para definir los lineamientos de ordenamiento de la Sabana de Bogotá.
Además, esta decisión judicial obliga a garantizar un proceso de construcción participativa, lo que refuerza el argumento de la CAR sobre la importancia de incluir a las comunidades en la discusión.
Ballesteros destacó que esta sentencia es una oportunidad para hacer las cosas bien y construir una estrategia de ordenamiento territorial que logre el equilibrio entre protección ambiental y desarrollo sostenible.
"Ojalá antes de culminar este año se puedan expedir los lineamientos y, simultáneamente, por parte de la CAR, ajustar las determinantes ambientales del Acuerdo 16 de 1998 que se definan por parte del Consejo Directivo", señaló el director de la entidad.
¿Qué está en juego?
El debate sobre el ordenamiento ambiental de la Sabana de Bogotá es mucho más que una discusión técnica. En el fondo, lo que está en juego es el modelo de desarrollo que se quiere para la región en los próximos años.
Si se prioriza el crecimiento urbano sin restricciones, el riesgo es un colapso ambiental que afectará tanto la calidad de vida de los habitantes como la viabilidad de las actividades económicas. Pero si se establece un modelo basado en la sostenibilidad, con el agua como eje central, se puede garantizar un desarrollo equilibrado que proteja los recursos naturales sin frenar el progreso.
El desafío ahora es lograr que el Gobierno Nacional, las autoridades locales y las comunidades trabajen juntas para encontrar una solución que beneficie a todos. El fallo judicial que obliga al Ministerio a rehacer el proceso de lineamientos ambientales es una oportunidad única para corregir el rumbo y diseñar una estrategia verdaderamente participativa y sostenible.
La Sabana de Bogotá no puede seguir creciendo de manera desordenada. La CAR lo ha dejado claro: el agua debe ser la prioridad y la voz de las comunidades debe ser escuchada. Ahora, la decisión está en manos del Ministerio de Ambiente y de todos los actores involucrados en la planificación del territorio.
Laura Valeria López Guzmán
En X: @Lauravaleriolo
Redacción Bogotá
EL TIEMPO
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