Nadie nos enseñó cómo se sentiría el primer amor… y las probabilidades tan altas de que fuera tan tóxico. Tal vez hubiera sido muy distinto si, cuando éramos más jóvenes, nos hubieran enseñado sobre control de emociones y comunicación asertiva. Sin embargo, ese no es el caso de muchos jóvenes de mi generación en Latinoamérica, ya que en estos países la educación emocional no es un tema tan relevante; se piensa que igual se tiene que aprender con el tiempo y que tenemos que tropezarnos en el camino para volvernos más fuertes.
Según la Revista Latinoamericana de Psicología, la violencia cometida entre parejas sentimentales jóvenes es bastante alta y crece con los años, desde agresiones físicas hasta verbales. De hecho, según un informe del ICBF sobre violencia en noviazgos universitarios, en Colombia el 51,1 % de los jóvenes universitarios ha manifestado que en su relación amorosa ha habido maltrato físico. Estos comportamientos hacen parte de la falta de comprensión sobre lo que una persona cree que tiene permitido hacer solo por vincularse con alguien más.
Al no corregirse estos tratos desde una edad temprana, se logra perdurar estas violencias sin muchas represalias y se creen con el derecho de agredir a sus relaciones más cercanas. El Instituto Nacional de Salud de Colombia (INS), basado en datos de Sivigila de 2021, corroboró que en ese año, de los 116,302 casos reportados de violencia de género e intrafamiliar, el 49.3 % correspondió a violencia física, lo que la convierte en la modalidad más común de violencia notificada.
La violencia sexual también hace parte de la ecuación. Según las cifras del movimiento feminista '#MeToo', una de cada 16 mujeres tuvo su primera relación sexual en contra de su voluntad en Estados Unidos, y al no hablarse de estos temas, se han vuelto normales e incluso invisibles a la crítica.
No se suele mencionar la influencia que puede tener el primer amor en la forma en que las personas se relacionan afectivamente.
No se suele mencionar la influencia que puede tener el primer amor en la forma en que las personas se relacionan afectivamente. Habría sido tan distinto si a mis 16 años, cuando empecé mi primera relación amorosa con un hombre, alguien me hubiera enseñado que la manipulación, el maltrato verbal, físico y las relaciones sexuales forzosas no son sinónimos de amor, y el haberlas aceptado solo significó para mí dependencia emocional.
Fueron varias las veces en que acepté este tipo de comportamientos porque él me hacía creer que era mi responsabilidad que él se sintiera inseguro y nunca se discutió de forma segura debido al miedo. Cuando un adolescente pasa por esta situación y no tiene ninguna otra herramienta más que el ejemplo o la poca experiencia, tiende a confundir la necesidad con verdadero amor, lo que solo lleva al rencor, a la culpa y a volver las relaciones cada vez más tóxicas. Finalmente, no salimos de ahí por no querer encontrarnos con una realidad que realmente no existe, en la que creemos que nadie nos va a aceptar de la misma manera.
Creo que muchos jóvenes se pueden sentir identificados con este sentimiento de insuficiencia cuando apenas están descubriendo las relaciones amorosas. Pero también es lo que muchas personas, más adelante, llegan a sentir cuando se encuentran en relaciones donde el maltrato es pan de cada día. El miedo y la manipulación pueden jugar muy en contra, y tampoco nadie te enseña cómo identificar estos patrones y manejarlos de la mejor manera.
Nos dicen que la única forma de aprender a amar es a los golpes y a través de la experiencia, lo cual puede generar muchos daños psicológicos a una persona cuyo primer encuentro no fue tan agradable. Y por ahora, en este lado del mundo, a nadie se le ha ocurrido que, a través de una figura educacional institucional de acompañamiento, podría ser que los jóvenes aprendan a relacionarse de forma sana, evitar hacer y recibir malos tratos, y comprender el verdadero significado de la responsabilidad afectiva.
Estos modelos hoy en día ya se implementan en el sistema educativo de países como España y los Países Bajos, y vale la pena seguir estos casos como ejemplo. Si no queremos que estas experiencias, que llegan a ser traumáticas, determinen cómo nos vamos a relacionar amorosamente en el futuro, lo cual suele ser desde la inseguridad y la falta de amor propio. ¡Podemos buscar herramientas para que los jóvenes se sientan más cómodos amando!