El informe reciente de la Agencia de la ONU para el Medio Ambiente (Pnuma) pinta un retrato sombrío pero necesario de la situación actual del desperdicio de alimentos a nivel mundial. Con un tercio de la población mundial enfrentada a la inseguridad alimentaria, es inexcusable que una quinta parte de los alimentos producidos se tiren a la basura. Este despilfarro no solo es una tragedia en sí misma, sino que también exacerba el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
Es alarmante descubrir que la mayor parte del desperdicio alimentario proviene de los hogares, lo que representa hasta el 60 % del total de la comida útil perdida. Además, cada persona arroja a la basura en promedio 79 kilogramos de alimentos al año, lo que equivale a 1,3 comidas diarias para todas las personas hambrientas del mundo.
El informe destaca una correlación directa entre las temperaturas medias y los niveles de desperdicio de alimentos, lo que subraya la necesidad de soluciones sólidas de refrigeración y conservación, especialmente en regiones más cálidas. Además, la relación entre el desperdicio de alimentos y las emisiones de gases de efecto invernadero es preocupante, dado que genera hasta el 10 % de las emisiones mundiales, casi cinco veces más que el sector de la aviación.
A pesar de estos desafíos, el informe también ofrece esperanza al destacar ejemplos de éxito, como las reducciones significativas de desperdicio de alimentos en Japón y Reino Unido.
Es fundamental que los gobiernos, las empresas y la sociedad en su conjunto se comprometan con medidas concretas para reducir estos indebidos despilfarros y avanzar hacia un futuro más sostenible. La Agencia, por su parte, proporciona orientación valiosa para mejorar la recopilación de datos y las mejores prácticas, en línea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para 2030. Es hora de actuar con determinación y solidaridad. Es un deber de todos.