El balance de la economía colombiana en el 2024 tuvo dos caras: una de auge con el crecimiento del agro, el entretenimiento y la istración pública, y otra de caída con industrias manufactureras, explotación de minas y canteras, e información y comunicaciones. Esa dinámica heterogénea condujo a un crecimiento anual de 1,7 por ciento, ligeramente por debajo de las expectativas del mercado.
Las estimaciones de los analistas apuntan a un 2025 con un PIB anual entre el 2,5 y el 2,8 por ciento, es decir que la economía seguirá transitando una senda de recuperación. La cuestión radica en qué ruta podría tomar el país para alcanzar unos niveles de crecimiento más acordes con el potencial de su aparato productivo, esto es, más allá del tres por ciento. Preocupa el estancamiento de varios sectores.
Una de las metas primordiales de la istración Petro en su tramo final debería concentrarse en el diseño y despliegue de un plan de reactivación económica, concreto y efectivo. Esta senda de crecimiento tiene que enfocarse en las ramas productivas rezagadas y con alto impacto en empleo y actividad económica, como las industrias y la construcción de vivienda popular. Cabe preguntarse cuáles son los pasos por tomar para estimular el sector de la vivienda y levantar a las manufacturas.
El nuevo gabinete, más las carteras económicas, debe concentrarse en buscar un crecimiento mayor y sostenible.
El Gobierno tendría que focalizar esfuerzos, por ejemplo, en incentivar al comercio, que mostró a finales del año pasado señales de recuperación. Además, es urgente tomar acciones decisivas para evitar que la explotación de minas y canteras termine este 2025 otra vez en rojo. No se puede dejar que la ideología que hoy rige la Casa de Nariño –contraria a la nueva exploración de hidrocarburos y crítica de las actividades extractivas– hunda aún más un sector jalonador de divisas, impuestos y regalías. En este rubro es inocultable el negativo efecto de las decisiones y los mensajes del Gobierno, incluida la sobrecarga tributaria.
En paralelo, los crecimientos dinámicos de los sectores agrícolas y de las actividades artísticas y de entretenimiento –que incluyen los juegos de azar– necesitan sostenerse durante este 2025 y aprovechar el buen momento que están atravesando. Si bien en lo que a actividades de agricultura se refiere hay factores climáticos y de precios internacionales, el liderazgo del Ejecutivo en marcar un camino de consolidación se hace necesario.
No hay que olvidar algunos factores que operan como 'nubarrones' en el horizonte de la economía colombiana en 2025. Uno de ellos es el déficit fiscal, en el que el Gobierno debe encarar recortes y ahorros inteligentes, con blindaje social y sensibilidad hacia los programas para los más vulnerables. Segundo, la inflación debe seguir cayendo, a un mejor ritmo, que se traduzca en más bajas tasas de interés. La definición de proyectos y la atracción a las inversiones son otra tarea pendiente para este año, que incorpora aspectos de seguridad física y jurídica.
Tampoco ayuda la incertidumbre generada por el retorno de Trump a la Casa Blanca, su política proteccionista y sus amenazas de elevar aranceles. El nuevo gabinete ministerial, en especial las carteras económicas, enfrenta la misión de, dejando a un lado la ideología, concentrarse en la gestión y la ejecución con miras a un crecimiento mayor y sostenible.