No cesan las noticias que complican el panorama, presente y futuro, de la industria de los hidrocarburos en el país, y eso no es bueno. Hace unos días, este diario reveló la salida de Shell del negocio de exploración en varios proyectos de gas natural costa afuera en el mar Caribe. Esta decisión corporativa marca el retiro de la última empresa petrolera de clase mundial que operaba y exploraba en Colombia, tras ExxonMobil, Chevron, TotalEnergies, ConocoPhillips y BP.
Por otro lado, las cifras más recientes de producción de gas natural ratifican el preocupante momento que atraviesa este energético. En los dos primeros meses de este 2025, la producción de esta molécula registró un promedio de 822 millones de pies cúbicos día (mpcd), el nivel más bajo reportado en una década e inferior, incluso, a la actividad en plena pandemia de covid. En 2024 la reducción año corrido fue del 9,4 por ciento, la menor en nueve años, en medio de la pérdida de autosuficiencia, alarmas de déficit y un alza de los precios.
Las estadísticas de la Cámara Colombiana de Petróleo, Gas y Energía (Campetrol) reflejan alarmantes restricciones en distintos indicadores de actividad exploratoria y extractiva durante 2024 como un 31 por ciento menos en taladros activos de perforación, un tercio menos de pozos exploratorios y 0,6 por ciento de los barriles de crudo al día. Esta situación en medio de una baja de los precios internacionales impacta directamente la viabilidad financiera de proyectos nuevos y el sostenimiento de los actuales.
De acuerdo con los directivos de Shell, “la falta de previsibilidad, incoherencia y barreras adicionales impiden que los proyectos se desarrollen”. Por alrededor de ocho años esta empresa no recibió del Gobierno colombiano las señales claras para avanzar en la explotación y el transporte de ese gas del Caribe. De poco servirá contar costa afuera con recursos suficientes para aportar la mitad de la demanda nacional en 2029 si las autoridades no toman las decisiones necesarias en materia regulatoria y normativa.
El petróleo necesita más contratos nuevos de exploración, mayor atención a la conflictividad social y más atracción a la inversión
El rechazo del presidente Gustavo Petro y su gobierno a la exploración de hidrocarburos continúa infligiendo un daño incalculable a un sector económico crucial para las finanzas públicas, el desarrollo regional y la transición energética. La insistencia en impedir los nuevos contratos de exploración petrolera impacta negativamente no solo la sostenibilidad económica de esta industria, sino también la seguridad y soberanía energética de Colombia para las próximas décadas.
A lo anterior se deben sumar la pérdida de competitividad internacional, la excesiva carga de impuestos, los permanentes bloqueos a las operaciones y las desestimulantes señales a los inversionistas. Aún hay tiempo para comenzar con una serie de medidas que dinamicen la industria colombiana de hidrocarburos y mejoren sus perspectivas futuras. Los proyectos de gas natural costa afuera como Sirius requieren el acompañamiento del Gobierno Nacional, agilizar las decenas de consultas previas y el licenciamiento ambiental y regulaciones claras. El petróleo necesita más contratos nuevos de exploración, mayor atención a la conflictividad social y más atracción a la inversión.
EDITORIAL