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Adaptarnos a El Niño en Colombia: prepararse para lo adverso y aprovechar lo positivo
Además de desastres, este fenómeno también plantea oportunidades de adaptación para varios sectores.
El Lago Calima, ubicado en el municipio del Darién, es un embalse artificial de 70 km cuadrados, construido en 1966 para generar energía, es operado por EPSA, funciona como hidroeléctrica para el país y se encuentra en un 18% de su capacidad. Poco a poco se convirtió en un lugar turístico y de recreación. Debido al fenómeno del niño, cientos de peces y decenas de aves han muerto y las playas tras la
sequía son de varios kilómetros tras el déficit de lluvias en el Valle del Cauca q supera el 62%. Foto: Juan Pablo Rueda Bustamante / EL TIEMPO
La primera referencia conocida al fenómeno de El Niño la hizo el naturalista alemán Alexander Von Humboldt en su libro ‘Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente’, basado en la anécdota que le contaron en Ecuador en 1803 sobre un galeón francés que transportaba mercancías de Manila a Acapulco y que, para evitar los ataques de las fragatas inglesas en la ruta por California, pudo en cierta ocasión navegar directamente y en sentido contrario a los fuertes vientos alisios del este.
Durante el siguiente siglo y medio el fenómeno de El Niño fue visto como un suceso climático exclusivo de América del Sur y no como lo que hoy es: un fenómeno global de gran importancia.
Pero fue hasta 1969 cuando Jacob Bjerknes, un meteorólogo estadounidense de origen noruego y uno de los pioneros en el pronóstico meteorológico, logró relacionar las llamadas oscilaciones de presión atmosférica que ocurrían en el Pacífico occidental con la corriente de Humboldt y el fenómeno de El Niño. A partir de entonces se multiplicaron los estudios, pero aún queda mucho por investigar sobre el fenómeno y los efectos localizados en los puntos del planeta donde ejerce mayor incidencia. Claro está que este conocimiento hace sentido si a la par se aprende a prevenir y responder al déficit hídrico que nos viene con El Niño y a las lluvias abundantes de La Niña.
Colombia empezó a tener conciencia sobre el fenómeno de El Niño a partir del evento ocurrido en 1972. La idea de la existencia del fenómeno luego se desarrolló con mayor precisión con El Niño de 1991 que llevó al famoso apagón durante el gobierno Gaviria y luego con el fenómeno de 1997-1998, que produjo una sequía con pérdidas superiores a los 3 billones de pesos colombianos en valor actual. Pasamos luego a los efectos contrarios con La Niña de 2010-2011, que generó efectos valorados en 24 billones en valor actual y más recientemente con La Niña de 2021-2023, cuyos datos están por presentarse a la opinión pública.
Limitarnos a mencionar los aspectos negativos de El Niño distorsiona y degrada la conversación técnica y política
Estas referencias han sido tomadas como noticias del momento más que como oportunidades de estudio y entendimiento de fenómenos climáticos recurrentes, cada vez más pronunciados, con los que debe el país aprender a convivir definitivamente y que encierran desafíos y oportunidades que toca construir.
La idea predominante que se tiene del fenómeno de El Niño es sobre sus efectos negativos, pero poco hemos precisado acerca de lo que debemos hacer para adaptarnos a él y de las posibilidades que tenemos para hacer de esas crisis climáticas oportunidad de cambio y una ventaja comparativa en un entorno global afectado por desafíos climáticos similares.
En la gestión de riesgos y la adaptación al fenómeno de El Niño lo que cuenta son las acciones de largo y mediano plazo, tales como proteger cuencas abastecedoras de acueductos y prever fuentes alternativas de abastecimiento de agua; escoger cultivos resistentes; conservar semillas y alimentos; mejorar los sistemas de riego; y ampliar la cobertura de seguros agropecuarios.
Ante la debilidad de esta visión de largo plazo se hacen necesarias medidas contingentes y de corto plazo, como promover el ahorro del agua y tener una oferta alimentaria para grupos vulnerables, entre otras acciones.
El fenómeno del Niño del 2015-2016 obligó a abastecer a varios municipios de Colombia, muchos de ellos en el Caribe, a través de carrotanques. Foto:Oswaldo Rocha
Limitarnos a mencionar los aspectos negativos de El Niño distorsiona y degrada la conversación técnica y política, porque de las oportunidades y efectos positivos del fenómeno de El Niño tenemos que identificarlos y aprovecharlos.
Un ejemplo de los efectos positivos de El Niño es que con menos días de lluvia será posible avanzar en los proyectos de infraestructura y transporte, y esto debe ser aprovechado especialmente para la recuperación y mejoramiento de las vías terciarias que vienen de sufrir muchos daños por las inundaciones y deslizamientos de La Niña de 2021-2023.
Es el momento también parareconstruir más de 871 acueductos que quedaron afectados y miles de viviendas que se vinieron abajo durante la última temporada de lluvias.
Algunos sectores productivos reciben las ventajas de más días de sol, como ocurre con el sector turístico, el cual ha venido recuperándose muy bien en Colombia y ya sobrepasa los niveles de turistas internacionales de 2019. Incluso procesos productivos agropecuarios pueden favorecerse con un mayor rendimiento, como ocurrió en 1998 con las plantaciones de cacao.
Menores precipitaciones y humedad en algunas zonas de la costa pacífica disminuyeron la incidencia de enfermedades, así como igualmente sucedió con la caña de azúcar, cítricos y algodón en la costa atlántica. Este puede ser el momento adecuado que permita aumentar la conciencia sobre la variabilidad climática y fortalecer tanto la reducción de vulnerabilidades como la educación sobre la adaptación climática.
Por último, debemos ganar conciencia en que la gestión de riesgos de desastres es un factor clave en la competitividad comercial a nivel internacional. Un proveedor que es capaz de garantizar a sus clientes un producto, a pesar de las dificultades del clima, gana la carrera por los mercados y termina por reemplazar a los productores que no logran cumplir con sus clientes.
Por eso, la cultura de la gestión de riesgos de desastres y la capacidad de adaptarnos al clima nos puede llevar a ser parte de los ganadores y mucho más competitivos en la nueva era del comercio internacional ante un clima cambiante.
Los efectos negativos de estos fenómenos serán por un tiempo superiores a los positivos, pero el trabajo serio en la reducción de sus riesgos y la preparación para las sequías y las inundaciones nos pueden dar la ventaja.
Junio fue el mes más cálido registrado hasta la fecha en el planeta, básicamente a causa del calentamiento de los océanos provocado por la combinación del cambio climático y el retorno del fenómeno meteorológico El Niño, anunció el jueves el observatorio europeo Copernicus. Foto:EL TIEMPO
JUAN CARLOS ORREGO OCAMPO
*Asesor de gerencia en el Fondo Adaptación del Ministerio de Hacienda y Crédito Público